Laurent me dijo que quería que escribiera sobre qué significa el 8M para las mujeres negras, y me entró un poco de miedo. Y me dio miedo porque a veces es mejor hablar por una misma que hacerlo “en representación de”, así que le dije que, si le parecía bien, podía compartir algunas reflexiones que me suscita el 8M a nivel personal. Laurent dijo que sí, y aquí estoy.

La pregunta de qué significa para mí el 8M me ha obligado a pararme a pensar y a darle algunas vueltas, y la verdad es que ahora mismo, si lo pienso, el 8M no significa mucho. Siento que, con todo lo que está pasando a nivel mundial, me siento bastante sobrepasada y la cercanía del 8M suma más sensación de agobio. Para que no se me malinterprete, me explico.

El 8M me sobrepasa porque es una de las veces del año en las que muchas entidades feministas [blancas] me contactan para invitarme a participar en sus eventos. Quieren que hable de interseccionalidad. Quieren que explique anécdotas. Quieren exponerme ante de un grupo más o menos numeroso de personas blancas para que hable de mis vivencias con el racismo. Quieren instrumentalizarme. A mí y a otras muchas mujeres negras y racializadas. Porque si yo me niego a ir, contactarán con otra hermana, con otra compañera que diga que sí.

No digo que no tengamos que participar en esos espacios. Digo: ¿dónde están esas organizaciones feministas para las que somos tan importantes el 8M el resto del año? ¿Dónde están? ¿Dónde están tan solo trece días después, el 21M, manifestándose contra el racismo?

El 8M me entristece. Veo a todas esas feministas [blancas] denunciando la alianza performativa de todos esos hombres de quienes no van a aceptar felicitaciones; las veo señalando a todos esos hombres que van de aliados, pero que durante el resto del año no se significan contra el patriarcado. Observo cómo les dicen que no piensan asistir a mesas sobre feminismo organizadas por hombres… pero ellas me quieren en sus mesas sobre feminismo organizadas por feministas blancas que durante el resto del año no se interesan por el antirracismo.

Me siento instrumentalizada. Siento que soy su cuota, su token, su negra en la mesa para que nadie les diga que su mesa es demasiado blanca y puedan decir que no es tan blanca, que han invitado a Desirée. O a cualquier otra mujer negra

Otro tema es el papel que se nos concede en esos espacios. La blanquitud quiere que expliquemos anécdotas: “explícanos cuándo fue la última vez que te pasó [inserte una situación racista aleatoria]”. Estamos invitadas para exponer nuestro sufrimiento, para obligarnos a hurgar en nuestras heridas, a revivir traumas que no sanan… Eso es utilizarnos, exponernos, exhibirnos, promover la pornografía de nuestro sufrimiento; algo que no queda nada lejos de las prácticas coloniales de antaño, de los zoológicos y circos humanos. Estos eventos son los circos y zoológicos del siglo XXI. Y el colonialismo ya fue. 

Pero eso es para lo que nos quieren. Porque no nos quieren señalando su privilegio blanco. No quieren escucharnos hablar de cómo ellas, las feministas blancas, contribuyen a sostener un sistema supremacista blanco que les beneficia. No decimos nada que no se haya dicho antes. Ya lo dijeron Angela Davis, bell hooks, Audre Lorde, pero el mensaje les suena a nuevo porque antes no estaban escuchando. Y cuando señalamos la supremacía del movimiento feminista, como no quieren escuchar, intentan desacreditarnos y acallarnos diciendo que generamos división en El Movimiento. Porque tenemos que ser feministas, pero como ellas quieren. Y así no es.

El exceso y el solapamiento de invitaciones alrededor del 8M se convierten en soledad el resto del año. Después del 8M ya no somos útiles para el feminismo blanco, así que somos prescindibles. Ya nadie necesita que expliquemos nada. Nos dejan solas ante nuestras reclamaciones; nos dejan solas cuando denunciamos los abusos que sufren las mujeres racializadas. Se hace el silencio. Es descorazonador.

Y esta sensación desoladora es la que me hace observar el 8M desde el escepticismo y que cada vez tenga más ganas de celebrar la semana de la mujer africana y afrodescendiente, a finales de julio, que un ocho de marzo que no me considera.

DESIRÉE BELA-LOBEDDE

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